- ¿No están muertos? –preguntó Smith.
- No. Afortunadamente...
- Ah, bueno, entonces no es tan grave... Le juro que...
- Claro que es grave. Ha condenado a un hombre a la silla de ruedas. De por vida. ¿Entiende? Le rompió tres vértebras, no sé cuántas costillas, un pie cercenado, la médula...
- ¿Lo he dejado parapléjico? Joder...
- Tetrapléjico.
Conoció a Gordon en unas charlas, de asistencia obligatoria, sobre derechos humanos, en Las Vegas. Congeniaron y dedicaron la semana a beber, follar con putas y destrozar la habitación del hotel. Pero de eso hacía ya diez años. No se habían vuelto a ver y el Hospital Central no parecía un buen lugar para recordar viejos tiempos. No después de lo que Smith había hecho.
Gordon abrió su maletín. Sacó dos carpetas y le dio una a Smith, que descansaba en la cama con la pierna en alto debido al esguince.
- Eso que tienes ahí es documentación que no vas a entender, porque la redactamos así a propósito. Básicamente, dice que dejas el cuerpo, que tienes que hacerte cargo de un montón de gastos y que es probable que termines en la cárcel. Una condena mínima: dos o tres años.
- ¿Quieren mandarme a la cárcel?
- Sí.
- Un poli en la cárcel es hombre muerto.
- Sí. He intentado rebajar ese apartado... por... en fin, por lo que sea... Pero quieren verte en la trena.
- Pero mi padre... y el capitán era...
- Todos te dan la espalda, Smith. Le has jodido la vida a un tío.
- ¡Eran yonkis, joder!
- No, era un mecánico.
- ...
- Y su hermano pequeño. Menor de edad. Tenemos una grabación...
- Joder. No puedo ir a la cárcel. Quiero un juicio justo... El instructor McCarthy... ¿Qué ha dicho él?
Gordon suspiró. Lo miró fijamente y le pasó la otra carpeta.
- Esto es un testimonio, incompleto, en el que testificas contra McCarthy.
- ¿Por qué? Es un poli con dos pelotas, no como esas mariconas de Asuntos Internos, que no saben lo que es la calle, ni cómo se tienen que hacer las cosas.
Nada más decirlo recordó que Gordon tenía un enchufe para trasladarse y ocupar un buen puesto, precisamente, en Asuntos Internos. Si estaba ahí, contándole todo eso, era porque, efectivamente, estaba en el ajo.
- Está metido en drogas –dijo Gordon.
- ¿Se droga?
- No... No lo sé, no es eso. Trafica con drogas.
- ¿McCarthy?
- Tenemos pruebas, pero son circunstanciales.
- ¿Qué pruebas?
- Léelo.
- Paso. No me interesan vuestras mierdas. Me queréis joder la vida a mí y se la queréis joder a él. Es mi amigo, ¿entiendes, Gordon?, ¿sabes lo que es eso? ¿Recuerdas lo que es eso?
- Tiene contactos con una banda organizada de Miami. Lo tenemos pinchado, pero no es legal y necesitamos algo de peso.
- ¿Y queréis que diga que yo sé algo?
- Sí.
- ¿Y me libraré de la cárcel?
- Sí.
- ¿Conseguiré un ascenso?
- Dejarás de ser policía. Pero tendrás una indemnización. Podrás montar... una panadería, un bar...
- Queréis que venda a un hermano para que me pase la vida sirviendo copas.
- A mí me da igual. Si no eres tú, será otro.
Gordon se levantó. Cogió su chaqueta y se dirigió hacia la puerta.
- Tienes hasta mañana para decirnos algo.
Y se largó. Smith abrió la carpeta.
La cerró de nuevo. Trató de incorporarse para mirar por la ventana, pero no pudo. Los sedantes que había exigido nada más ingresar lo habían atontado hasta convertirlo prácticamente en un vegetal. Ahora pasaban factura. Sacó la pierna de la correa, la tocó y la posó en el suelo. No le dolía. Ese puto médico de mierda tenía razón: no era un esguince.
Se levantó, abrió un armarito y sacó un paquete de tabaco de su pantalón. Abrió la ventana y sacó un cigarro.
- ¿No iras a fumar aquí, hijo de puta?
Smith se giró. Había otro paciente en la habitación, detrás de un biombo.
Se asomó: un viejo arrugado, enchufado a un millón de cables, lo miraba con odio.
- Policía cabrón, espero que te revienten el culo en la trena...
- Y yo espero que usted no vuelva a casa.
Y salió de la habitación.
Caminó por el pasillo, cruzándose con un montón de enfermos que llevaban sus penas a cuestas, hasta llegar a la zona de ascensores. Dos policías tomaban café junto a una máquina. Se dio cuenta de que estaban ahí para vigilarlo.
Putos traidores, pensó. Y se rascó el culo, que asomaba por la parte trasera del camisón.
Bajó por las escaleras pero se confundió de puerta y llegó hasta la zona de empleados de la limpieza.
- Eh, los pacientes no pueden estar aquí.
Dijo uno. Y se largó. Dejando la puerta entreabierta.
Smith entró, se quitó el camisón y se calzó unos pantalones que alguien había dejado ahí. Eligió una camiseta de su talla, un delantal... y se colocó una gorra de visera.
Se puso el cigarro en la boca y vio un cartel que indicaba que estaba prohibido fumar. No le importaba, pero pensó que Dios era un ser terrible y que, lo más probable, sería castigado si lo encendía.
Entró en uno de los vestuarios, y se asomó al baño. Parecía un buen lugar, salvo por los aspersores, que empezarían a soltar agua si captaban el humo. Bueno, sé cómo anularlos, se dijo.
- Oye, ¿dónde está Miguel?
Se giró. Un mejicano sacaba, sonriente, una fregona del armario.
- No sé, se habrá ido a cagar –dijo Smith.
- ¿Eres el nuevo?
- Sí.
- Ah, yo soy Andrés –dijo ofreciéndole la mano.
- Eh... Smith.
- Bien... ¿Por qué vas vestido así?
- No sé, ¿qué pasa? –dijo, dándose cuenta de que no se había puesto un uniforme de trabajo, sino la ropa de algún empleado.
- Nada, nada... Eh... Bueno, ya te han dicho qué hay que hacer, ¿no?
- Sí, claro, estoy al corriente de todo.
- Vale, pues ordena un poco la mesa y luego subes el carrito a la primera planta.
- Que sí.
Ordenar la mesa. Puto mejicano. Cogió una cartera y buscó dentro: “Roberto Rodrigo”. Cogió otra: “José Williams”... Todos eran inmigrantes. Este país se va a la mierda, nadie hace nada y, encima, Gordon quiere que declare contra McCarthy. En lugar de aplicar políticas de mano dura contra el crimen organizado se dedican a jodernos. Pues se van a joder ellos. Si tengo que ir a la trena, ya pediré dinero a alguien; con dinero ahí dentro eres Dios. Hablaré con McCarthy; él me ayudará. Nos caemos bien. Seremos como hermanos. Puto Gordon.
En el baño, vio la caja metálica que controlaba el acceso del agua a los aspersores. Cortó la llave de paso y golpeó la tapa con el puño. No se abría. Encendió el cigarro. Dio una calada. Le propinó una patada a la caja; tenía que abrirla para estar seguro de que todo estaba como tenía que estar. Le dio otra. La tapa se abrió.
Pero algo no iba bien.
Dejó al mejicano y subió a su habitación, corriendo. Entró; obvió el pitido que indicaba que algo no iba bien con el anciano; cogió una de las carpetas y la ojeó mientras abría el armarito; sacó su móvil.
Marcó.
- ¿Gordon? Oye... Sí, que ya lo he pensado... Claro, claro... Que se joda McCarthy y su mierda. Firmaré lo que sea. Sí, sí, cuanto antes...
Colgó.
Se quito la gorra, escondió los zapatos, se tumbó en la cama y se tapó con la sábana.
- ¿Qué pasa aquí? –dijo una enfermerá, sofocada, asomándose por la puerta.
- Este tipo, creo que está fatal. No he... No he podido avisar porque tengo un esguince y...
- Dios mío, justo ahora que... hay orden de evacuar... por una inundación... que ha reventado el sistema informático... Es un caos... Yo...
- ¡Venga ya! ¡Déjese de cháchara, imbécil! ¡Y que venga un médico, que éste se nos va!
Se fue. Smith cerró los ojos y pensó en su nueva vida: era, sin duda, un buen momento para abrir su propia agencia de detectives.
Descárgarte el vídeo aquí.
sábado, 18 de julio de 2009
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6 comentarios:
Pues... sere franco (bien, yo sere Hitler). Demasiado largo, de hecho yo a mitad me he pirado... Esta de puta madre (hasta donde he llegado) pero uno espera una anecdota rapidita con un video final, y ya. No tenemos tiempo (supongo que todos se lo estamos robando al curro) para mas.
Bien, espero que podamos seguir siendo amigos...
usted sabe que cualquier cosa que me diga me importa más bien poco, amigo, pues me lo paso por donde me paso las basuras de escritores, series y pelis que me recomienda.
y no me vaya ahora de guay, que su curro es más bien un hobby.
por lo demás, todo bien, tontín.
Ni puto caso. Las entradas largas son buenas, se nota que estas organizándolo para contarnos algo...
Sí que es un pelin largo. Pero tampoco te quita tanto tiempo y el nivel es bueno. Me hace gracia este tío.
Que abra ya la puta agencia.
He dicho.
One of essentially the most extensively supported is that it originated in France in the 18th century, with a recreation generally known as|often recognized as} Vingt-et-Un. References to this recreation could https://thekingofdealer.com/pharaoh-casino/ be discovered in the e-book Round Games with Cards, which was written by Baxter Wray in 1891. A variety of this recreation in which any player can turn out to be vendor. The Privacy Policy also units out the ways in which we might use your private data.
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